La saliva es una secreción producida por unos órganos llamados glándulas salivales que se genera de manera continua y natural y formada en su práctica totalidad (un 98-99%) por agua. El restante 1-2% son sales, enzimas y mucopolisacáridos, proteínas, electrolitos, etc, encargados de diversas funciones, pero con el mismo fin, mantener la salud de nuestra boca.
La saliva desempeña un labor vital para esta ya que, además de una labor de prevención de afecciones, ayuda en ese largo proceso que es la digestión, embebiendo los alimentos y facilitando su deglución y masticación. Además, también ayuda a detectar otros posibles peligros para nuestra salud.
La cantidad de saliva no es uniforme, si no que varía según los estímulos que la provoquen, pudiendo aumentar espectacularmente y a velocidad de vértigo. Así, generalmente se segrega entre 0,6 y 1,5 litros cada día, cantidad que varía dependiendo de la aparición de los mencionados estímulos, como pueden ser los térmicos (calor o frío), mecánicos (masticación de arena, goma, piedrecitas, etc.) o químicos (sensación gustativa agradable o desagradable), que la hacen aumentar. Además, mientras dormimos prácticamente no generamos saliva. Esta es una de las razones por las que el cepillado nocturno tiene tanta o más importancia que los otros dos, ya que la acción antimicrobiana de nuestro húmedo guardaespaldas se ve debilitada.
Así, a la principal y ya comentada es la de colaborar en la masticación y posterior deglución de los alimentos (protegiendo además al esófago y evitando que nos atragantemos) se suman las siguientes:
Antes de continuar, y como sabemos que es algo que causa mucha curiosidad, os explicaremos la explicación de ese mecanismo mediante el cual se nos hace la boca agua; los reflejos condicionados. Esto suele suceder cuando o bien vemos algo que nos parece delicioso, pensamos en ello o lo olemos. El mero hecho de ver o pensar no es capaz de segregar saliva, pero la asociación que llegamos a desarrollar entre esa sensación y el estímulo que sí lo hace nos lleva a ser capaces de producir secreción salival aún sin necesitarla. ¿Curioso, verdad?
La xerostomía se produce cuando las glándulas salivales no llegan a producir la suficiente saliva para mantener la boca húmeda. De las funciones identificadas anteriormente deducimos el grave perjuicio que esto tiene para nuestro organismo.
La causa no puede ser otra que un problema en las glándulas que producen la saliva, pero lo realmente importante es detectar el porqué de ese fallo. Las causas más comunes de falta de saliva en la boca son el nerviosismo y el estrés, pero no conviene obviar que también ciertos medicamentos pueden ocasionarla como efecto secundario. Además, los perjuicios inherentes al envejecimiento o problemas más graves, tales como efectos de las terapias contra el cáncer o determinados trastornos del sistema inmune también afectan en gran medida. No podemos olvidarnos, como siempre que hablamos de cualquier problema relacionado con la boca, del nefasto efecto del tabaco, y aquí no podía ser menos, y por supuesto, causas naturales como la deshidratación, y medicamentos diuréticos, que contribuyen a ella, son también importantes.
En un primer lugar, hay medidas que podemos llevar a cabo para tratar de paliar los efectos de la sequedad bucal. Entre ellos, destacaremos los siguientes:
Con todas estas actuaciones podemos ayudar a que nuestra boca esté perfectamente hidratada en todo momento (existen otras quizás menos operativas, como el uso de un humidificador por la noche, algo que da muy buenos resultados, pero que no es para todo el mundo), aunque no nos mantiene a salvo de esos problemas anteriormente mencionados.
Si aún con todos estos cuidados, por cualquier cuestión nos vemos en esta situación, es clave la identificación del problema. Para ello, la visita a tu dentista de confianza es imprescindible, ya que él es el profesional adecuado para su tratamiento. Este te dará respuesta y soluciones, e incluso evaluará los daños que esta falta de saliva está ocasionando en los tejidos blandos de tu boca, evitando así desde un primer momento que el problema afecte a otras áreas.
Así pues, nos ponemos a vuestra disposición desde Pías Clínica Dental. En nuestra clínica dental de Santiago de Compostela te prestaremos atención experta y personalizada, por lo que la sequedad bucal dejará de ser un problema, y aún más importante, evitaremos que te se convierta en algo más.
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