Cáncer oral y tabaco. Un problema mortal y muchos perjuicios evitables.

La prevención es fundamental para evitar el cáncer oral

El pasado 31 de mayo, como todos los años, festejamos el Día Mundial sin Tabaco. De un tiempo a esta parte, el intento de crear conciencia con respecto al enorme impacto negativo que tiene sobre la salud ha llegado a un nuevo nivel, y las cifras de muertes derivadas del consumo de tabaco son repetidas por activa y por pasiva en los medios de comunicación, en las propias cajetillas, etc.

Así, según datos oficiales de la OMS, el tabaco mata cada año a más de siete millones de personas. Para aquellos que restan importancia al efecto que este tiene sobre los llamados fumadores pasivos, el desglose de estas muertes les hará cambiar de opinión: de estos siete, 890000 fallecidos son no fumadores, o dicho de otra moda, su contacto con el tabaco viene dado por su exposición al humo ajeno.

En nuestro país, estas cifras se traducen en 60000 personas que fallecen anualmente como consecuencia del tabaco. Más datos preocupantes vienen dados de la anual Encuesta Nacional de Salud: casi un 30% de los adultos son fumadores, cerca de 12 millones de personas. Segmentando estos datos encontramos cifras realmente sorprendentes: hay el doble de fumadores hombres que mujeres, y en cuanto a edades, la franja que más fuma en nuestro país es la de entre 24 y 34 años, siendo los mayores de 65 aquellos que menos fuman de España.

El dato más escalofriante de todos es, sin embargo, el que sigue, y es que el 50% de los fumadores muere prematuramente, 14 años antes que la cifra que marca la esperanza de vida española. No hace falta que os lo digamos, pero ahí va el por qué: el tabaquismo provoca una multitud de enfermedades potencialmente mortales, entre las que destacamos las patologías respiratorias, cardiovasculares, renales y neurológicas, y la más temida de todas, el cáncer. En este artículo, debido al efecto que produce en el campo de la odontología, nos centraremos en el cáncer al que más potencial riesgo aporta fumar; el cáncer oral.

El tabaco provoca 9 de cada 10 cánceres orales

Tabaquismo y cáncer oral, dos horribles términos que van de la mano

No descubrimos nada si os decimos que el tabaco tiene numerosas consecuencias dañinas para la salud bucodental. Es el principal factor de riesgo del cáncer oral, causando 9 de cada 10 casos de esta enfermedad. Podemos atribuirle, entonces, la práctica totalidad de los 7000 nuevos casos anuales que se dan en nuestro país, además de los 1500 fallecidos en el mismo período de esta dolencia.

El cáncer oral es un tipo de esta enfermedad de cabeza y cuello, ocasionado por un crecimiento anormal del tejido que cubre internamente la cavidad oral; la mucosa bucal. Este tejido invade las estructuras vecinas, además de las lejanas produciendo metástasis. Puede aparecer en cualquier zona de la boca, pero las zonas más comunes son lengua, encía y labios, siendo menos habitual que se presente en mejillas o paladar.

No existe un único síntoma de que se esté desarrollando esta enfermedad, sino una variedad de estos, que se pueden presentar solos o conjuntamente. Entre estos destacan los siguientes:

  • Aparición de una rugosidad o mancha blanca que no desaparece al rasparla
  • Problemas de masticación
  • Llagas y heridas que no cicatrizan en un plazo de dos semanas
  • Dolor y dificultad a la hora de tragar
  • Trastornos en la lengua
  • Inflamación de los ganglios del cuello
  • Pérdida de peso sin una causa conocida

Ante la existencia de alguno de estos síntomas, es preciso acudir lo antes posible al médico a fin de descartar o, en el peor escenario, confirmar el diagnóstico. Para ello los especialistas tienen a su disposición las siguientes pruebas:

  • Examen físico. Los dentistas y médicos suelen detectar el cáncer de labio y el de la cavidad oral durante revisiones rutinarias. Si el paciente presenta alguno de los síntomas anteriormente mencionados el médico deberá interrogarlo acerca de estos, además de sobre qué factores de riesgo padece. Posteriormente se producirá a palpar y examinar las posibles zonas afectadas, además de otras zonas anexas como la nariz, la laringe y los ganglios linfáticos, ya que un paciente con cáncer bucal tiene un riesgo mucho mayor de desarrollar otro tipo en la misma región.
  • Endoscopia. Este procedimiento permite al médico observar con detalle el interior de boca y garganta.
  • Biopsia. Se extirpa una cantidad pequeña de tejido para examinarla a través de un microscopio. Este es EL PROCEDIMIENTO, el único que permite formular el diagnóstico definitivo.
  • Biopsia oral por cepillo. Durante los exámenes dentales de rutina, los dentistas pueden usar esta técnica, más sencilla y reciente para detectar el cáncer oral. Con un pequeño cepillo, el dentista recolecta muestras de células de una superficie sospechosa, que se envía a un laboratorio para poder es analizada. A diferencia de la biopsia más conocida, este procedimiento prácticamente no supone dolor alguno al paciente, aunque se recomienda confirmar diagnostico, si es positivo, con una tradicional.

La prevención es fundamental para evitar el cáncer oral

Otros métodos efectivos para la detención son radiografías, ingestiones de bario, resonancias magnéticas o ultrasonidos.

La prevención del cáncer bucal. La figura del odontólogo

Como en todos los tipos de cáncer, una detención a tiempo puede marcar una enorme diferencia, pero aún más importante es el realizar todo lo que esté en nuestra mano para prevenir este tipo de enfermedades, que pueden llegar a ser mortales. Así, la labor de prevención del cáncer oral debe hacerse en una doble vía, por una parte manteniendo una higiene dental adecuada y estricta, y por otra acudiendo regularmente al dentista. Este es a menudo quien identifica cualquier pequeña alteración en la zona, realizando un primer diagnóstico que puede ser primordial. Además, y puesto que una higiene dental deficiente se ha relacionado también con la aparición de este tipo, las revisiones, limpiezas y demás tratamiento son fundamentales para mantener a raya esos factores de riesgo.

En nuestra clínica, y en línea con lo aquí dicho, estamos especializados en la prevención del cáncer oral, gracias a nuestros minuciosos procedimientos, a contar con el conocimiento más actualizado en las técnicas de diagnóstico más fiables y válidas, y a nuestro diálogo constante con los pacientes, tratando de educarlos con respecto a los principales factores de riesgo (pretendemos que este artículo sea un aporte más) y a cómo evitarlos.

No se trata «solo» de cáncer oral. Otros perjuicios del tabaco para la salud bucodental

Vamos a obviar el perogrullo de decir que el tabaco es perjudicial para la salud, y ya hemos dejado claro que evitarlo es fundamental para prevenir un posible cáncer, pero nos gustaría finalizar este artículo dejando aún más claro lo necesario que es, para una correcta salud en general, y salud bucodental en particular, el evitar ese enormemente dañino hábito que es fumar.

  1. En primer lugar, hay una relación muy estrecha entre el tabaco y la enfermedad periodontal, pues los fumadores tienen entre 2 y 7 veces más el riesgo de padecerla, ya que el tabaco interfiere con el sistema inmunitario, haciendo más difícil para el organismo el combatir este tipo de enfermedades. Este amplio abanico depende de la cantidad fumada y del tiempo que se lleve haciéndolo, pero ya de por sí esa duplicación de las posibilidades iniciales, que sería el mejor escenario posible para un fumador, es para hacernos reflexionar. A esto debemos unir que, por el hecho de ser fumador, el tratamiento periodontal puede no llegar a tener el mismo resultado, en términos de éxito y eficacia, que en el caso de no fumar, ya que a las encías les costará más sanar, y que, logicamente, la tasa de reaparición de esta enfermedad será mayor en fumadores.
  2. Además, los sentidos del gusto y el olfato se verán afectados, disminuyendo su percepción. En el caso del gusto, esto se produce por la atrofia que sufren las papilas gustativas. Asociado a esto, se puede llegar incluso a sufrir de hipertensión, al aumentar el umbral de percepción de la sal, añadiendo cada vez más a las comidas).
  3. Cualquier operación llevada a cabo en la boca (una extracción, un implante…) verá complicada su recuperación, al tener menos defensas y riego sanguíneo en las encías, lo que no solo facilita el riesgo de infecciones, sino que retrasa la cicatrización. En el caso de las extracciones, además, esta sensibilización de las encías hace que el dolor sufrido durante estas sea mayor, y en el de los implantes es un factor de predisposición del mismo al fracaso, debido a la anteriormente mencionada dificultad para cicatrizar y a la llamada periimpantitis (infección del implante).
  4. Predispone a la infección por hongos y altera la composición de la saliva.
  5. Produce halitosis y hace que amarilleen los dientes. Fumar genera en la boca una mezcla de olores producidos por el propio tabaco, el alquitrán y diversos aditivos que forman parte del mismo. En conjunto generan un característico mal aliento, que además agrava al secar e irritar las mucosas de la boca y de las vías respiratorias y digestivas altas. En cuanto a la decoloración, es el signo más evidente de lo perjudicial que es para los dientes el tabaco, aunque ni mucho menos el más peligroso.

Y aquí finalizamos, esperando haber creado -si cabe- más conciencia sobre lo dañino que es el tabaco para la salud, además de informaros un poco más acerca de esta grave, y potencialmente mortal, enfermedad que provoca.

 

 

 

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